No todo cabe en un sistema filosófico. A veces lo que queda son notas sueltas, intuiciones, cartas al lector o reflexiones que no pretenden más que sembrar una duda. En Pensamientos errantes conviven textos íntimos, irónicos y fragmentarios que recorren la intemperie mental: desde la melancolía de un martes gris hasta la lucidez que aparece en medio de una conversación trivial. No es un espacio para teorías cerradas, sino para preguntas abiertas. Aquí la escritura es más un paseo que una tesis, un lugar donde perderse sin esperar encontrar respuestas definitivas.